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Mostrando entradas de agosto, 2006

Pequeños Montículos

No recuerdo exactamente a que edad se inició el proceso, pero sí recuerdo mi ansiedad frente al espejo para ver si habían aumentado. Hablo de mis senos, los que siempre me han llenado de orgullo y por los que hoy puedo decir, que gozo de una postura envidiable (¡¡me encantaba verlos erguidos!!)  El proceso de crecimiento de mis pechos fue para mi espectacular, yo los vivía acechando, los vigilaba en cada cambio que tenían, en cada sensación que experimentaban y claro me sentía feliz, coqueta y vanidosa cuando notaba que un vestido o blusa en particular los resaltaba. ah ¡! y cuando mi tía Tata me dijo: “Te están creciendo las teticas...” yo no sabía si llorar de la vergüenza o correr ante el espejo a ver si era cierto. Confieso ser una mujer orgullosa de mis senos, desde que eran pequeños montículos, hasta que se convirtieron en hermosas montañas diseñadas para amamantar, lo que sin proponérselo también inducen a elevar la fantasía sexual masculina. Hoy veo con satisfacción...

Pieza a Pieza

              El desnudarse siempre lo he visto como un arte y como arte necesita de cuidado, práctica e inspiración.  Para restar en cueros frente a alguien con seguridad, se requiere de respeto por el cuerpo, algo que obtenemos de la consciencia de saber que tenemos. Para quitarnos las vestiduras pieza a pieza se requiere de confianza en nosotros mismos, lo obtenemos a través de aceptarnos tal como somos. Se necesita de un sentimiento de deseo, que nos provoca quien disfrutará de nuestra desnudez. Si nos desnudamos frente al amor, volamos, partiendo de que ese amor nos brinda respeto y confianza. El desnudarse va de la mano a la seducción y creatividad, por ello también es arte. La mayoría de las veces cuando nos desnudamos buscamos un espejo, como si nos acecháramos a nosotros mismos, nos gusta vernos y por lo regular practicamos frente al espejo como nos desnudaremos frente a quien amamos. Hay ocasiones en ...

Hijas de Víctor Hugo

            Yo también fui joven… la juventud nos invita a descubrir el mundo y a tratar de adueñarnos de el. En estos momentos en que el tema de las megas divas hace asomo de estar pasando, yo lo retomo motivada por un intercambio de opiniones que sostuve con unas amigas a donde yo afirmaba que las mega divas del 2000 son una representación de las modelos de los años 70, con la diferencia de los cambios sociales y económicos de la época. Olvidar nuestros pasos en la juventud es ser cobarde y una negación a una parte muy importante de nuestra existencia; la que nos permite ser lo que somos como adultas… pretender esconder una parte de nuestra juventud, es como si nos descalificáramos y nos pusiéramos un traje de moralidad social, para que nadie sepa quienes somos en realidad. Ser joven tiene sus causas y consecuencias, en 1974 yo me inicié como modelo y recibí muchas críticas desde mi entorno familiar y social, por los bikinis que exhibía...

¡¡Ustedes no tienen reemplazo!!.

          Mis amigos siempre han sido seres especiales que han marcado el trayecto de mi vida, por lo que encontrarme con ellos es sinónimo de felicidad y de gratos recuerdos. Con el pasar del tiempo, la amistad va adquiriendo matiz de gloria, que se sostiene de recuerdos, de momentos y de escasos encuentros. Encuentros que pretenden revivir el pasado y lo logran porque se vivieron intensamente. Ver a mis amigos envejecer y a mí con ellos, me llena de orgullo, aprecio las canas, las líneas de expresión de sus rostros, sus barrigas o su esbeltez, admiro las distintas personalidades, la serenidad o la alegría que se destaca en cada uno de ellos, aprecio con el alma y río a carcajadas como nos hemos convertido en padres y madres, lo bien o mal que hemos criado a nuestros hijos y la cara de orgullo por esta responsabilidad que no teníamos antes, disfruto intensamente como podemos seguir siendo nosotros mismos, sin importar el tiempo que ha pasado...