Inteligente y apasionado ...

 
 

 

 
 
Cuando nos atrae un hombre al que percibimos inalcanzable y al que admiramos, nos convertimos en seres tímidos, apabullados y aunque se consume el encuentro amoroso, nos mantenemos con esa sensación que entre la timidez y la pasión nos hace sentir felizmente torpes.

Cuando la vida nos ofrece la oportunidad de disfrutar de un hombre pleno, es decir; inteligente y apasionado, no queremos que termine nunca esa magia que nos envuelve, mucho menos, cuando empezamos a descubrir que ese hombre al igual que nosotras siente timidez y se muestra tan torpe como nosotras, por ejemplo al desnudarnos.

La timidez del hombre con las condiciones descritas; inteligente y apasionado, es lo mas parecido a encontrar un tesoro, por lo regular no estamos dispuestas a perderlo, a medida que se va consolidando esa relación, la atracción se va haciendo más intensa, la comunicación y la seguridad que va fluyendo de la misma se convierten en complementos afrodisíacos que nos mantienen en un éxtasis permanente.

Por lo regular, terminamos enamoradas de ese ideal de hombre que ya en nuestras manos se hace humano y nos va proporcionando momentos que sin duda, perduraran por siempre en nuestra memoria tan solo al cerrar los ojos y dejar que se sucedan las sensaciones vividas a través de besos, caricias y sonrisas compartidas. En el encuentro con un hombre inteligente y apasionado, no hay que aparentar que las cosas no están sucediendo, suceden y se asumen los riegos, se consienten situaciones y se da permiso de acción. En un solo momento se conjugan cuerpo, alma y deseo, apreciamos lo bueno que es estar vivo y de poder despojarnos de las barrares que impiden dar paso a quien nos da paso a sentir a través de él. Lástima que no exista un contenedor de olor y sabor que nos permita guardar eternamente la esencia.

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